En Marruecos, un pueblo del Atlas llora a sus muertos por el terremoto
En el pueblo de Moulay Brahim, en la zona montañosa del Alto Atlas, todos los vecinos están al corriente de la tragedia de Lahcen, quien perdió a su mujer y sus cuatro hijos por el fuerte terremoto en Marruecos.
"Lo he perdido todo", reconoce Lahcen, invadido por la tristeza y cabizbajo en el dispensario de esta pequeña localidad, situada a más de una hora en coche de la turística Marrakech.
El sábado por la tarde, los rescatistas aún no habían logrado sacar el cuerpo de su mujer y de uno de sus hijos de debajo de los escombros de su casa, que se derrumbó con el sismo. Los cadáveres de dos de sus hijos sí que fueron extraídos.
"Lo único que quiero es alejarme del mundo y hacer mi duelo", reconoce Lahcen, quien se encontraba fuera de su domicilio cuando se produjo el terremoto.
Con una magnitud de 6,8, el sismo provocó hasta 1.037 muertos y 1.204 heridos, según el balance del ministerio del Interior comunicado el sábado a las 13H00 GMT.
Según la prensa marroquí, se trata del movimiento sísmico más potente registrado en este país del norte de África.
- "Un dolor indescriptible" -
Más de la mitad de los muertos (542) se han registrado en la provincia de Al Hauz, en el epicentro del sismo y donde se encuentra Moulay Brahim.
Los equipos de rescate, con la ayuda de máquinas de construcción, siguen buscando a posibles supervivientes entre las ruinas en este pueblo, en que hubo decenas de víctimas mortales.
Los vecinos del municipio, con unos 3.000 habitantes, ya empezaron a cavar las tumbas en una colina.
"Es un drama terrible, estamos asombrados por esta desgracia", aseguraba Hasna, una vecina sentada delante de la puerta de entrada de su casa y que no podía disimular su "conmoción".
"Aunque mi familia se encuentra sana y salva, todo el pueblo llora a sus hijos. Muchos vecinos perdieron a familiares. Se trata de un dolor indescriptible", añade.
- "Aún tiemblo ahora" -
En la parte superior de la localidad, Bouchra se seca sus ojos llorosos mientras ve a algunos de sus vecinos cavando tumbas.
"Han muerto los hijos de mi prima", lamenta antes de recordar con una voz frágil: "Vi en directo los estragos del sismo y aún tiemblo ahora. Fue como si una bola de fuego lo devorara todo a su paso".
"Todo el mundo aquí ha perdido a gente de su familia, ya sea en el pueblo o en otros de la región", añade.
Además de su familia más cercana, Lahcen Aït Tagaddirt también ha sufrido la pérdida de dos de sus sobrinos, de 6 y 3 años.
"Es la voluntad de Dios", repite este hombre vestido con una túnica tradicional y quien lamenta la dureza de la vida en esta región montañosa: "No tenemos nada aquí".
Otro vecino, más joven y quien prefiere no dar su nombre, recuerda como uno de sus tíos "salvó su vida por los pelos".
"Estaba rezando cuando le cayó el techo encima, pero milagrosamente lograron sacarlo con vida, a pesar de que su casa se derrumbó", explica.
"Es bastante impresionante como una sacudida de unos pocos instantes puede provocar una desgracia tan grande", añade.
(H.Duplantier--LPdF)