Inundaciones en Brasil, prueba de los efectos más violentos del cambio climático
Las abundantes lluvias inundaron en pocas horas localidades enteras del sur de Brasil, causando muerte y destrucción. Un escenario que evidencia los efectos del calentamiento "excesivo" y la lentitud de los gobiernos para adaptarse a la crisis climática, apunta un experto.
Los residentes de Muçum y de otras ciudades enlutadas del estado Rio Grande do Sul por el paso de un ciclón aseguran que nunca habían visto el río Taquari desbordarse como la semana pasada, golpeando zonas elevadas y apartadas de su cauce.
"Desde que nací nunca tuve que salir de casa durante una inundación (...) No sé por qué comenzaron a ser tan grandes. Esta fue la mayor de la historia", dice a la AFPTV Humberto Simonaio, propietario de la emblemática heladería "Keko", que existe desde hace más de medio siglo en la ciudad de unos 4.600 habitantes.
Una semana después de la tragedia, las labores de limpieza continuaban en las calles enlodadas de Muçum, donde fueron encontrados 16 de los 47 fallecidos que causó el ciclón, que también dejó medio centenar de desaparecidos.
Alertado por las previsiones de fuerte lluvia, Simonaio, de 74 años, trasladó algunas máquinas de la heladería al galpón de un amigo en una zona elevada de la ciudad que había salido ilesa de las crecidas anteriores del río.
Pero el depósito igualmente se inundó.
Selmar Klunk ayudaba a vecinos de la cercana localidad de Encantado a recoger sus cosas durante la emergencia. Ya de madrugada, este director de una asociación regional de turismo, de 38 años, recibió la noticia de que las aguas habían alcanzado el estacionamiento donde había dejado su auto, a dos kilómetros del río.
En Muçum, casas aparentemente sólidas quedaron también en ruinas.
Expertos atribuyen estas tragedias a los eventos climáticos "extremos", cada vez más recurrentes en el mundo, como las lluvias torrenciales que golpearon este mes otros lugares como Hong Kong, Grecia y Libia.
"Vidas humanas se ven seriamente afectadas por el calentamiento excesivo de la atmósfera planetaria, que se traduce en eventos extremos en varios lugares del mundo", dice a la AFP Dakir Larara Machado da Silva, profesor de climatología de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul.
Y enumera: "Precipitaciones intensas -lo que ocurría en un mes ahora ocurre en 24 horas-, olas de calor récord, periodos de sequía prolongados..."
"Es una bomba del tiempo", que altera los patrones de precipitaciones y temperatura. "Las áreas que no eran alcanzadas (por las inundaciones) empiezan a serlo ahora", dice.
En el barrio Fatima, el más afectado de Muçum, la casa donde Ana Luisa Batiuci, una maestra de 56 años, vive con su marido y su hija, recibió más de un metro de agua a pesar de erigirse en lo alto de una colina.
"Estamos acostumbrados, con cada lluvia nos preocupamos", pero el agua "nunca había llegado tan alto", dijo a la AFPTV, mientras limpiaba el barro frente a su vivienda.
- "Vino para quedarse" -
Algunas pobladores sostienen que las represas de tres hidroeléctricas cercanas agravaron las inundaciones.
Pero en opinión de Machado da Silva estas, sin compuertas para liberar el agua, "no influenciaron en nada".
Para el especialista, Muçum fue alcanzado por un "evento climático excepcional que desafía las medidas de prevención". Y que probablemente se repetirá.
"Es el inicio de algo que vino para quedarse".
Desde la cumbre del G20 celebrada en Nueva Delhi, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva también relacionó la tragedia con la "emergencia climática sin precedentes" que vive el planeta.
Machado da Silva señala, además, que "la ausencia de protocolos claros de seguridad como para una evacuación (...) corrobora la dificultad del poder público de enfrentar el cambio climático".
También enumera tareas pendientes más ambiciosas: planificación urbana, sistema de alertas y una política de gestión sostenible del agua.
El ciclón afectó más de 330.000 personas en un centenar de localidades del estado, con más de 1.300 millones de reales (270 millones de dolares) en pérdidas estimadas.
Mientras tanto, Simonaio respira aliviado.
La corriente empujó una de sus máquinas solo a unos metros de la tienda. Apenas quedó dañada. Planea volver a vender helados pronto.
(V.Blanchet--LPdF)