Los "niños soldados", las últimas víctimas de la guerra de bandas en Suecia
En la noche del 13 de septiembre, Thomas Cervin, de 61 años, se despertó por los disparos en su edificio de Uppsala: su vecina se convirtió en el blanco de la guerra de pandillas que siembra el terror en Suecia.
Tiroteos perpetrados por "niños soldados", edificios destruidos por artefactos explosivos caseros, familiares víctimas de venganzas y telediarios matinales que resumen el número de muertos de la noche se convirtieron en algo común en un país normalmente tranquilo.
"Suecia nunca vio nada igual. Ningún otro país de Europa vive algo así", dijo el primer ministro Ulf Kristersson a finales de septiembre, prometiendo derrotar a estos grupos.
"La legislación sueca no está pensada para las guerras de bandas y los niños soldados. Pero estamos cambiando eso", dijo.
Los conflictos entre bandas criminales en Suecia aumentaron en esta última década debido al control del mercado de la droga. Pero dieron un giro drástico a principios de 2023, cuando una disputa interna entre grupos desembocó en venganzas contra familiares y allegados de sus miembros.
El tiroteo en el edificio en Uppsala, 70 kilómetros al norte de Estocolmo, iba dirigido contra la suegra de Rawa Majid, jefe de la conocida banda Foxtrot. Ella salió ilesa.
"No tenía ni idea de que estaba relacionada con él", explica a la AFP Cervin. "Esto es lo que hace que tanta gente tenga miedo, las personas implicadas tienen amigos y parientes en todas partes", cuenta este profesor.
"La situación está totalmente fuera de control: empezaron a atacar a personas cercanas y a quienes no tienen nada que ver con estos conflictos", confirma el profesor de criminología Felipe Estrada Dorner, de la Universidad de Estocolmo.
"Es un gran cambio con respecto a la violencia que prevaleció hasta ahora", advierte.
- "Cultura de violencia" -
Desde el inicio de 2023, la policía registró 314 tiroteos, en los que murieron 47 personas, frente a los 25 de 2016 que dejaron siete muertos.
Además, los autores son cada vez más jóvenes.
La policía investigó el año pasado a 336 menores de entre 15 y 17 años, sospechosos de posesión ilegal de un arma de fuego, frente a 42 en 2012, según un informe del consejo nacional para la prevención de la delincuencia.
En los suburbios pobres del país, las pandillas reclutan a adolescentes, incluso a menores de 15 años, para llevar a cabo asesinatos por encargo a cambio de dinero, sabiendo que no pueden ser condenados a prisión.
Los propios menores "se ponen en contacto con las bandas criminales" para ofrecerse a cometer asesinatos, indica el jefe de la policía sueca, Anders Thornberg.
Su corta edad los hace aún más peligrosos, según Dorner. "Simplemente no saben manejar estas armas", explica, lo que a menudo provoca que transeúntes inocentes mueran o queden heridos.
La mayoría de los autores de actos de violencia llevan años en el radar de los servicios sociales, afirma Evin Cetin, exabogada y autora de un libro titulado "Mitt ibland Oss" (Entre nosotros) sobre estos jóvenes.
"Estos chicos fueron entrenados por delincuentes. Viven, comen y respiran una cultura de violencia", afirma.
"La mayoría de los que conocí tienen la mirada vacía y no valoran ni sus propias vidas", subraya.
El primer ministro Kristersson achaca el aumento de la delincuencia organizada a la "ingenuidad" sobre la migración.
"Una política de inmigración irresponsable y una integración fallida nos han conducido hasta aquí", lamenta el dirigente conservador.
(L.Chastain--LPdF)