China oprime al Tíbet "como una pitón" asfixia a su presa, dice líder tibetano exiliado
A poco días del 65 aniversario del fallido levantamiento del Tíbet contra el poder de China, Penpa Tsering, el líder elegido por la diáspora tibetana, denuncia que Pekín continúa reprimiendo a su pueblo "como una pitón que asfixia lentamente" a su presa.
El 10 de marzo, los tibetanos conmemoran el levantamiento fallido de 1959 contra las fuerzas chinas que forzaron al Dalái Lama y a miles de sus seguidores a cruzar los puertos nevados del Himalaya hasta la vecina India e instalar un gobierno en el exilio.
La efeméride también pone de relieve la pregunta de quién sucederá al casi nonagenario líder espiritual del Tíbet, una elección que probablemente desencadene un controvertido debate geopolítico.
El ganador del Nobel de la Paz ya renunció a su papel de líder político de su pueblo en 2011 y cedió el testigo a un gobierno elegido democráticamente entre unos 130.000 tibetanos esparcidos por el mundo.
Penpa Tsering, nacido en India en 1967, se erigió en 2021 como segundo líder o "sikyong" de este gobierno.
"Si miras las políticas actuales del gobierno de chino, nos están oprimiendo, como una pitón que nos asfixia lentamente", afirma Tsering a la AFP desde la oficina del gobierno tibetano en el exilio en India.
"Por eso morimos lentamente".
Esta región en la meseta tibetana, al noreste del Himalaya, fue históricamente un país independiente. Pero Pekín, que lo gobierna con mano de hierro desde los años 1950, mantiene que "es parte de China".
- Todos los imperios caen -
El "sikyong" tibetano admite que la tarea de encontrar una "solución al conflicto" frente a la poderosa China puede parecer sobrecogedora.
Pero en línea con su creencia budista, observa la historia a largo plazo.
"Nada es permanente", dice sentado frente a la bandera tibetana que ondea en su oficina, situada en las colinas del pueblo septentrional indio de Dharamsala, donde también vive el Dalái Lama.
India ha acogido durante décadas al liderazgo tibetano en el exilio. Los dos gigantes asiáticos son rivales regionales con tensiones habituales en su frontera, que en 2020 generaron unos mortíferos enfrentamientos.
"Ha habido muchos imperios en este mundo y cada imperio ha caído", afirma Tsering.
Pero muchos consideran que a la larga campaña por un Tíbet libre se le antepone un desafío más inminente: la sucesión del Dalái Lama.
Aunque a sus 88 años no ha dado síntomas de problemas de salud graves, el rostro internacional de la causa del Tíbet ha reducido su agenda y sus viajes antes frenéticos.
"Él siempre es muy consciente de su mortalidad (...) Un día morirá, eso se entiende, es un hecho", afirma Tsering.
"Pero, por supuesto, nos gusta pensar que habrá algún tipo de resolución a la causa del Tíbet durante la vida de este Dalái Lama", agrega.
Los tibetanos creen que el Dalái Lama es la 14ª reencarnación del líder de una institución con seis siglos de historia, elegido por monjes de acuerdo con ancestrales tradiciones budistas.
Muchos auguran que Pekín designe de su parte un sucesor, lo que probablemente provoque nombramientos rivales para el puesto.
Cuando cedió el relevo a un gobierno elegido por la diáspora tibetana, el Dalái Lama advirtió: "No se debe reconocer o aceptar a ningún candidato elegido por fines políticos", en referencia a China.
- "Controlar al Dalái Lama" -
Para Tsering no es un problema apremiante. Según él, el líder espiritual todavía tiene décadas de vida por delante.
"Su Santidad sigue diciendo: 'Voy a vivir hasta los 113'", afirma. "Esta misma mañana decía: 'No he perdido ni uno de mis dientes. Viviré largo tiempo".
China no está tan preocupada por este líder, sino por su sucesor "porque sabe que si puede controlar al Dalái Lama, puede controlar al pueblo tibetano".
Pero "veremos si su Santidad el Dalái Lama sobrevive al Partido Comunista o el Partido Comunista sobrevive a su Santidad", agrega.
Nacido en el exilio, Tsering a veces viaja hasta la montañosa frontera india para ver la tierra de sus antepasados para "satisfacer las necesidades emocionales".
En línea con la política del Dalái Lama, no busca la plena independencia del Tíbet, porque cree que llevar las demandas más allá de la autonomía sería suicida.
Pero el líder espiritual también rechaza la petición de Pekín de que acepte públicamente que la región fue históricamente parte de China, motivo por el que las autoridades comunistas se negaron a dialogar con sus representantes en 2010.
Tsering, que aboga por los derechos de los estimados siete millones de tibetanos que viven bajo control de China, asegura que hay contactos discretos con Pekín y que estos continuarán.
"Si no hay esperanza, la causa está perdida", concluye.
(A.Laurent--LPdF)