El pianista cubano Rolando Luna, la devoción por improvisar
Último en llegar a la gran familia de pianistas cubanos, Rolando Luna, de 45 años, revela a la AFP su devoción por el arte de improvisar, que define como un "camino" repleto de sorpresas en el que mezcla con total libertad el jazz, la música clásica y los sonidos tradicionales cubanos.
"La improvisación (...) es recorrer un camino sin haberlo recorrido nunca antes y eso me encanta", asegura Luna en la entrevista, a pocos días de su concierto en solitario en La Habana, en el marco de la 39 edición del Festival Internacional Jazz Plaza de Cuba.
"No sé qué hay por ahí, pero voy a caminar y por ahí me voy sorprendiendo", añade el pianista durante un ensayo en los famosos estudios Abdala de la capital cubana, donde grabó a comienzos del 2000 su primer álbum, con muy buena acogida de la crítica local.
Sin embargo, a diferencia de muchos de sus colegas cubanos, que crecieron en familias de músicos, el camino de este virtuoso para llegar al estrellato no fue lineal.
Nacido en 1978 en La Habana de padres ingenieros, Luna comenzó a estudiar guitarra clásica a los 12 años, pero se aburría en extremo y pensó dejar la música, hasta que descubrió el piano y el jazz tres años después.
"Había una inquietud cuando veía gente tocando jazz", explica este músico y compositor, de espléndida sonrisa y unas trenzas que caen sobre su cuello.
"Cuando encuentro el piano, encuentro otro mundo que no era el que me enseñaban en la escuela" de guitarra clásica. "Me enamoré de ese mundo", confiesa.
Sin embargo, es difícil hacerse de un nombre en una isla que ha dado tantos músicos ilustres y pianistas de la talla de Bebo y Chucho Valdés, Ernan López-Nussa, Omar Sosa, Roberto Fonseca o Gonzalo Rubalcaba.
Pero su pasión adolescente era tan devoradora que le permitió al joven Luna recuperar en algunos años el tiempo perdido: en 2007, con 29 años, obtuvo el Premio de Piano del afamado Festival de Jazz de Montreux, en Suiza, donde cautivó tanto al jurado como al público.
- "La música es una sola" -
Su carrera continuó de la mano de la diva del mítico Buena Vista Social Club, Omara Portuondo, que lo nombró su acompañante. Al igual que su colega Fonseca, unos años mayor que él, pasó 10 años con el famoso grupo, "una oportunidad muy importante en mi vida", subraya.
Muy solicitado, Luna multiplicó sus colaboraciones, participando en la grabación de unos 200 álbumes en Cuba, antes de lanzar una carrera en solitario y hacer valer su estilo inventivo y generoso.
Reconocido por su dominio de la música clásica, el jazz y el amplio abanico de los ritmos cubanos, es capaz de hacer desvíos espontáneos hacia "La Marsellesa", los Beatles o "La Comparsa", del célebre compositor cubano Ernesto Lecuona.
"Para mí toda la música es una sola, y eso intento hacer cuando estoy en mi concierto, intento tocar la música clásica, llevarla más cerca de la música popular, (y) la música popular hacerla con el rigor que se hace la música clásica", detalla Luna, que ahora divide su vida entre Toulouse, en el suroeste de Francia, y La Habana.
Los últimos tres años han sido fértiles para él. En Francia fue invitado por el trompetista Ibrahim Maalouf a unirse a su gira de 2021, y lanzó dos álbumes consecutivos: "Mi Alma en canciones" (2022), con versiones de temas tradicionales cubanos, y "Rolando's Faces" (2023), un disco doble en solitario.
Un próximo álbum, "Rolando Luna Trio Live", grabado durante el Festival l'Esprit du Piano de Burdeos, en el suroeste de Francia, verá la luz en marzo.
La "música es el arma que utilizo para comunicarme con las personas porque soy introvertido", añade Luna, que se transforma sobre el escenario y parece poseído.
El pianista actuará próximamente en la ciudad estadounidense de Miami, antes de regresar en el verano boreal al Festival Jazz in Marciac, también en el suroreste de Francia, donde fue considerado en 2021 "una verdadera revelación" del evento.
(R.Dupont--LPdF)