El surrealismo impregna colección de la diseñadora uruguaya Gabriela Hearst
Los abrigos largos de piel de merino y vestidos o jerseys de cachemira de la colección otoño/invierno de la diseñadora uruguaya Gabriela Hearst en el marco de la Semana de la Moda de Nueva York fueron la oferta perfecta para hacer frente al temporal de nieve que abatió la ciudad este martes.
Abrigos de borreguillo de cachemira o napa hasta los tobillos, cachemira para pantalones o jerseys, vestidos de punto, conjuntos de vestido y capa sujetos con broches personalizados... las propuestas de esta diseñadora radicada en Nueva York son variadas.
Hearst frecuentemente recurre a la gama de tonos neutros como el gris o el verde oscuro, el blanco roto y el camel, salpicado de algún rojo.
La uruguaya sigue bebiendo de materiales naturales que ofrece su región natal en vestidos vaporosos y ligeros de satén drapeado o seda con escotes profundos acuchillados, vestidos dorados de fiesta para no pasar desapercibida.
En los diseños de Hearst se marcan con contundencia los hombros, las solapas son grandes, los trajes de sastre con botones metálicos pueden ser llevados indistintamente por hombres o mujeres.
Así lo mostraron los modelos que desfilaron por la original pasarela en semicírculos que evoca a las construcciones celtas, instalada en un viejo edificio industrial situado frente al astillero naval de Brooklyn.
En su propuesta abundan los vestidos largos sin mangas con profundas aperturas laterales por encima de pantalones, a veces de tejidos espesos.
No podían faltar los encajes personalizados de cachemira con mangas victorianas en vestidos, americanas y camisas en una colección que evoca el feminismo, la ecología o la espiritualidad y en particular la "interconectabilidad de cada cosa".
Para su última colección, la diseñadora uruguaya se inspiró en las obras surrealistas de la pintora y escritora británica basada en México Leonora Carrington.
Este simbolismo que tanto evoca en su creación, le permite "fundir lo antiguo con lo nuevo, reelaborar las historias para el presente y la apertura a la maleabilidad", en una "muestra de que todo fluye y que podemos adaptarnos a nuevos climas", explica la diseñadora en la presentación de su colección.
La cachemira está presente en buena parte de las prendas de esta diseñadora que viste frecuentemente a la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, y para cuya elaboración recurre a las manos diestras de artesanos en Bolivia.
Su ropa siempre es parte de un conjunto, que incluye los zapatos -la mayoría planos para una mujer principalmente urbana que ha dejado de estar sometida a la tortura de los tacos altos- los bolsos pequeños pero elegantes de formas rectas y limpias, y sobre todo, las joyas, a base de platino, perlas y brillantes negros, fabricadas por experimentados artesanos de Nueva York o de Florencia.
(H.Leroy--LPdF)