Jóvenes indígenas usan tecnología como "arma" para proteger la Amazonía
Su abuelo protegía el territorio indígena en el estado brasileño de Rondonia con arco y flecha. Pero hoy el arma de muchos jóvenes indígenas como la activista Txai Suruí contra la tala y la minería ilegal en la Amazonía es la tecnología.
Esta brasileña de 26 años es una de las estrellas de la Web Summit Rio, la mayor conferencia tecnológica anual global que esta semana reúne por primera vez fuera de Europa a más de 20.000 empresarios de grandes compañías tecnológicas, start-ups e inversores de todo el mundo.
"Hoy para nosotros la tecnología es un arma (...) usamos la tecnología y el conocimiento ancestral como una forma de resistencia, de protección de nuestro territorio", afirma a la AFP al margen de la conferencia.
Con cámaras de video, drones, GPS, teléfonos celulares y las redes sociales, un grupo de jóvenes de su pueblo monitorea la invasión de tierras y las denuncia a través de una aplicación, explica Txai, coordinadora de la Asociación de Defensa Etnoambiental Kanindé, que trabaja con 21 pueblos indígenas de la Amazonía.
"Pero la tecnología puede ser usada para el mal", alerta. "El mismo satélite que usamos para proteger nuestro territorio es usado por los invasores para destruir. En Facebook se vende tierra indígena".
En Brasil viven unos 800.000 indígenas, la mayoría en reservas que ocupan 13,75% del territorio, según datos oficiales.
- Familia de activistas -
Txai sigue los pasos de sus padres, activistas que combatieron a taladores ilegales y fueron amenazados de muerte.
La joven es productora ejecutiva del documental "O territorio" (El territorio) sobre la lucha del pueblo Uru-eu-wau-wau, y de su madre, Ivaneide Bandeira, contra la invasión de tierras en Rondonia (norte).
Su padre, el cacique Almir Suruí, a quien ella define como "un visionario", fue el primero en apelar a la tecnología "para salvar la selva": en 2007, tocó la puerta de Google en California y así surgió el mapa cultural de los Paiter Suruí en Google Earth, recuerda.
También fue el primero que llevó a un pueblo indígena brasileño a trabajar con el mercado de carbono, una iniciativa que hoy está en suspenso mientras es discutida más en profundidad, "porque hay gente que se quiere aprovechar".
Descalza, con el rostro pintado con líneas negras y una corona de plumas multicolor que adorna su cabello largo, Txai Suruí urge a los empresarios a visitar la selva.
"Precisamos que las personas que trabajan con tecnología se reconecten con la naturaleza (...) A los que me dicen que quieren ayudarme con nuevas aplicaciones les digo: vengan a conocernos y a ver qué necesitamos", dice la activista, que estudia Derecho.
- Aún hay "prejuicios" -
La joven, que participó en la conferencia de la ONU sobre cambio climático COP26 en Glasgow, en 2021, lamenta ser la única indígena en el Web Summit Rio.
"Aún hay mucho prejuicio, mucho racismo. Hablamos mucho de democracia pero ¿qué democracia es esta, donde uno no se ve reflejado?", señala.
El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió hace cuatro meses, tiene como prioridad la lucha contra la deforestación. La semana pasada Lula firmó decretos que demarcan seis nuevos territorios indígenas, los primeros desde 2018.
Las nuevas reservas garantizan a los indígenas el uso exclusivo de los recursos naturales y los científicos sostienen que estas zonas actúan como un freno a la deforestación en la Amazonía.
Bajo el gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022), que prometió antes de llegar al poder "no ceder ni un centímetro" de tierra a los indígenas, la deforestación aumentó 75% en relación con la década anterior.
"La mirada cambió (...) pero sabemos que tenemos un largo camino por delante", dice Txai. "Mi papel es exigir, presionar, aún quedan muchos territorios para demarcar".
"Hay que fortalecer la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (Funai), el ministerio de los Indígenas, el de Medio Ambiente", añade.
Para la joven el mayor desafío viene del Congreso Nacional "muy conservador, más que el del gobierno pasado".
A nivel global, pide al mundo entender que hablar de cambio climático no es sólo hablar de economía.
"Estamos casi en un punto de no retorno (...) Hay que dejar de pensar solo en la economía y pensar en las personas", asegura.
(F.Bonnet--LPdF)