El BCE pasa a la acción ante la inflación desenfrenada
El Banco Central Europeo reúne este jueves a su Consejo de Gobierno para empezar a preparar la salida de la controvertida política de tasas negativas para poner freno a la inflación, que preocupa ahora más que el crecimiento.
En este encuentro que tiene lugar en Ámsterdam, la institución europea debe iniciar un giro histórico a años de política de dinero barato y abundante, empezando por dejar de lado su última herramienta de compra de deuda.
Desde diciembre, los guardianes del euro se vieron sorprendidos por la dinámica inflacionista, que se ha acelerado todavía más con la guerra en Ucrania.
El aumento de precios alcanzó el 8,1% interanual en mayo, con 14 de los 19 países de la eurozona por encima de esta media.
Nunca desde la instauración de la moneda única se ha había visto un nivel tan alto, cuatro veces superior al objetivo del 2% fijado por el BCE.
Mientras el poder adquisitivo disminuye por el aumento de precios y la actividad se ralentiza, los "halcones" del BCE se impusieron a las "palomas", más prudentes: si no se actúa sobre los tipos se corre el riesgo de alimentar un poco más la tendencia inflacionista, a través de los aumentos salariales.
"La única pregunta realmente interesante es saber por qué (el BCE) no empieza a aumentar tasas inmediatamente", indica Carsten Brzeski, economista en ING.
Otros bancos centrales enfrentados a una fuerte inflación, como la Reserva Federal estadounidense o el Banco de Inglaterra, ya han iniciado un ciclo de aumento de tasas.
El BCE se ha comprometido con un calendario muy progresivo para endurecer su política monetaria y desviarse de él afectaría su credibilidad.
Así, la entidad debe confirmar el jueves el fin de la compra neta de deuda en el mercado a partir de principios de julio.
A través de este mecanismo, el banco compró unos 5 billones de euros de obligaciones desde 2015, permitiendo mantener unos tipos de interés favorables para hogares, empresas y gobiernos en un contexto de baja inflación.
Después tocará salir de la política de tipos negativos iniciada en 2014, criticada sobre todo en Alemania, que hace que los bancos sean tasados (-0,5% actualmente) si tienen sus depósitos en bancos centrales y no los distribuyen con créditos.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, debería anunciar el jueves el calendario de incrementos, con un primer aumento del 0,25% esperado para julio y otro del 0,25% en septiembre para devolver la tasa a cero, prevé su economista jefe Philip Lane.
Pero ante la inflación desenfrenada, los "halcones" piden un incremento directo del 50 puntos en julio, un escenario que los mercados empiezan a vislumbrar.
(V.Blanchet--LPdF)