Un cóctel tóxico ensombrece las perspectivas de la libra británica
El cóctel tóxico de crecimiento lento e inflación británica espoleada por la guerra de Ucrania, la pandemia y el Brexit podría pesar sobre la libra esterlina en los próximos meses, temen los economistas.
Desde principios de año, la libra ha perdido más de un 7% frente al dólar, que se beneficia del endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense, pero también pierde terreno frente al euro (-1,7%).
El Banco Central Europeo (BCE) aún no ha empezado a subir sus tasas de interés, que siguen en un nivel negativo, mientras que el Banco de Inglaterra (BoE), con cuatro subidas desde diciembre, es una de las grandes instituciones monetarias más activas.
"Esto no ha bastado para compensar todos los vientos que soplan contra la libra", comenta en una nota Jane Foley, analista de divisas de Rabobank, en cuya opinión "la preocupación por el crecimiento origina esta debilidad" de la moneda.
La inflación británica alcanzó en abril su nivel más alto de los últimos 40 años, 9%, y el aumento del coste de la vida, sobre todo con la subida de los precios de la energía, está lastrando el poder adquisitivo.
El BoE estimó en mayo que el aumento de los precios llevaría a una contracción de la economía a finales de 2022, sin que siga necesariamente una fuerte recuperación en 2023.
En este contexto, la reunión del próximo jueves del instituto monetario, en la que el mercado espera una quinta subida de tasas, no beneficia demasiado a la libra: "subir las tasas ante una economía que se desacelera repentinamente nunca es una buena señal", escribe Kamal Sharma, analista de Bank of America.
- Consecuencias del Brexit -
La libra esterlina, que cotizaba a más de 1,4 dólares antes del referéndum del Brexit, se había hundido en pleno confinamiento contra el coronavirus en marzo de 2020 a un mínimo desde 1985 de 1,14 dólares.
Tras recuperarse, volvió a caer en mayo hasta 1,21 dólares, y su repunte de las últimas semanas, hasta los 1,25 dólares, no convence debido a los peligros que amenazan su futuro.
Al igual que Estados Unidos y la Unión Europea, el Reino Unido se enfrenta a las consecuencias de la pandemia, que perturbó las cadenas de suministro, y de la guerra de Ucrania, que ha sacudido el mercado energético.
Pero además de estos acontecimientos globales, hay una tercera explicación para el desplome económico que el BoE "se niega por completo a abordar: el Brexit", afirma Sharma.
El banco central británico no se pronuncia sobre el impacto de la salida de la UE a principios de 2020 en el mercado laboral y la economía del Reino Unido, diciendo que sus consecuencias son imposibles de separar de las de la pandemia.
"La preocupación del mercado por el crecimiento está justificada por la previsión del FMI de que el Reino Unido tendrá el menor crecimiento de los países del G7 en 2023", señala Foley.
La OCDE ha revisado a la baja sus previsiones y espera un crecimiento cero para el Reino Unido el próximo año. Y según un panel de economistas consultados por Consensus Economics, la inflación británica debería seguir siendo la mayor de todo el G7 hasta 2024.
Además de las consecuencias ya existentes del Brexit, las tensiones diplomáticas siguen siendo elevadas entre Londres y Bruselas sobre Irlanda del Norte.
El gobierno de Boris Johnson amenaza con cambiar unilateralmente el protocolo que establece controles aduaneros específicos para esa región británica, vecina de la República de Irlanda, país miembro de la UE.
"Otra disputa por el Brexit es un riesgo", advierte Paul Dales, de Capital Economics, considerando que podría empujar la libra por debajo de los 1,22 dólares.
(A.Monet--LPdF)