"Todo puede arreglarse": el mantra de una de las últimas reparadoras de paraguas de Europa
La mayoría de la gente cree que un paraguas roto tiene que ir a la basura, pero la eslovena Marija Lah, una de las últimas personas que se dedican en Europa a reparar estos artículos, demuestra que las cosas no son así ni mucho menos.
"¡Todo puede arreglarse! Creo que soy capaz de reparar el 98% de los paraguas que me traen", dice entre risas esta mujer de 56 años, mostrando un modelo de calidad de hace medio siglo.
La mayoría de reparadores de paraguas han cerrado en el continente, donde cada año se tiran a la basura millones de ejemplares rotos, reemplazados por otros modelos igualmente baratos.
Pero Lah, a contracorriente, se ha hecho una base de clientes que crece entre quienes tratan de reducir sus desechos, para minimizar su impacto medioambiental.
"Es una cosa que se ha puesto ahora de moda", dice a AFP en su tienda repleta de paraguas, rodeada de una vieja máquina de coser y miles de piezas sueltas dispuestas en estanterías, como varillas y trozos de tela.
- Empezó como aprendiz -
Fue su padre quien fundó el negocio hace casi 60 años, en un pequeño local ubicado en una calle empedrada de la capital Liubliana.
Marija Lah empezó como profesora de guardería y nunca pensó trabajar aquí, hasta que su padre, aquejado de cataratas, le pidió que aprendiera el oficio para salvarlo.
Reticente al inicio a la idea de heredar el negocio, trabajó con él durante 14 años a partir de 1991. Cuando falleció, los clientes la animaron a seguir con la tradición familiar.
"Me dije: 'Marija, no puedes echar por la borda algo que nadie más sabe hacer en Liubliana", recuerda.
Lah explica que lo fundamental para fabricar o reparar un paraguas es dominar la mecánica y el arte de coser.
En algunos casos la tarea es cuestión de minutos -juntar la varilla con la tela, por ejemplo-, pero en otros casos el mecanismo es más complejo, o incluye partes de plástico, lo que puede llevar semanas para desmontarlo y volver a combinarlo.
La producción en masa de paraguas en miles de fábricas, y los gustos cambiantes de los clientes, que cada vez piden nuevos modelos, también complican la tarea del reparador.
"Tienes que aprender constantemente", asegura.
En cuanto al futuro, no está segura de si sus hijos querrán heredar la tienda un día. En cualquier caso dice que dependerá de ellos, y que "no pretende obligarlos".
- La calidad de lo antiguo -
Marijah no quiere dar cifras de cuánto dinero factura, pero insiste en que le da para vivir, gracias a que clientes de toda Eslovenia, un país de dos millones de habitantes, le traen para reparar sus paraguas y los de sus amigos y conocidos.
"Me gusta reparar mis paraguas", dice a AFP Danica Tercon, una pensionista septuagenaria de Liubliana. Y es que según ella, quienes tiran a la basura sus paraguas viejos "no tienen conciencia de lo que le estamos haciendo a nuestro planeta".
Otra clienta, Katja Buda, ha venido con el paraguas de su abuela para que se lo arreglen, y describe a "la señora Marija" como "una salvadora".
"Tiramos cosas viejas que son de mejor calidad, en lugar de repararlas", lamenta esta filóloga de cerca de 40 años.
"Me encantan los paraguas. Hacen que los días lluviosos sean mucho más bonitos".
(R.Dupont--LPdF)