Largas filas en Hong Kong para un último homenaje a Isabel II
A pesar del sofocante calor, cientos de hongkoneses guardaron una larga espera para rendir homenaje a la reina Isabel II, en una muestra de nostalgia por el pasado colonial de la ciudad cuando China intenta acabar con toda disidencia.
Aprovechando que el lunes era festivo en Hong Kong, numerosos ciudadanos formaron una cola de cientos de metros alrededor del consulado británico para firmar en un libro de condolencias o para dejar flores para la fallecida monarca británica.
Algunos esperaron hasta cuatro horas bajo una temperatura de 32 ºC y la amenaza de recibir una multa debido a las restricciones anticovid en la ciudad, que impiden las reuniones de más de cuatro personas.
Hong Kong fue colonia británica durante más de 150 años, hasta su devolución a China en 1997. Este pasado sigue presente en los nombres ingleses de muchas calles, algunos incluso con referencias monárquicas, hasta en el sistema jurídico local.
En la cola, Emily Ng muestra un retrato pintado por ella de la reina Isabel II. Su abuela coleccionaba sellos con la efigie de la soberana y "me contaba muchas historias de la familia real", explica.
Tanto ella como su amiga, que solo da su apellido Ho, nacieron en el hospital Princess Margaret, nombrado en honor de la hermana de la reina.
"No creo que mi presencia aquí signifique que eche de menos el colonialismo", afirma Ho. "Es más por mi memoria personal".
El Reino Unido nunca otorgó sufragio universal a los hongkoneses y, de hecho, muchos veteranos del bando prodemocracia actualmente encarcelados por las autoridades leales a Pekín militaron contra el régimen colonial.
Pero la cólera creciente hacia Pekín, que estalló en las enormes manifestaciones prodemocracia de 2019, instaló un sentimiento de nostalgia en algunos hongkoneses.
"El colonialismo trajo mucho sufrimiento a muchas personas, no solo en Hong Kong, pero también particularmente en África", dice Gordon, un estudiante de ingeniería de 19 años.
"Pero esto también aportó a Hong Kong una nueva cultura y nuevas instituciones que moldearon la ciudad para hacerla lo que es hoy", añade.
Una empresaria, que dio su apellido So, reconoce la nostalgia sentida con la muerte de la reina y asegura que se siente "menos vinculada" a los dirigentes de Pekín.
Con un ramo de lirios rojos, el jubilado Poon, de 80 años, asegura que antes tenían "derechos humanos, igualdad ante la ley y protección en muchos aspectos".
"Pero ahora, no haré comentarios sobre el presente, no me atrevo", añade.
(V.Castillon--LPdF)