Las inundaciones amenazan el turismo y la extracción de sal del lago Rosa en Senegal
Al borde del lago Retba en Senegal, más conocido como lago Rosa por el color de sus aguas, Maguette Ndiour señala un montículo de sal que algunos hombres colocan en bolsas bajo un sol abrasador, una actividad vital para los habitantes de la zona pero en peligro por las recientes inundaciones.
"Es el único que pudimos salvar mientras crecían las aguas", explica Ndiour, presidente de la cooperativa de salineros del lago Rosa, preocupado por la posibilidad de tener que suspender su actividad durante años.
En dos meses, se habrá vendido todo la sal extraída de este lago, situado a unos 40 kilómetros de Dakar, la capital, y separado del océano Atlántico por una estrecha duna de arena.
La temporada de lluvias de este año, de junio a octubre, provocó un aumento espectacular del nivel del agua y frecuentes inundaciones.
Actualmente, el lago tiene una profundidad de seis metros, entre el doble y el triple de lo habitual, subraya el activista local Ibrahima Jalil Mbaye.
La sal está ahora mucho más diluida y el ya frágil ecosistema podría verse amenazado por nuevas contaminaciones, advierte.
Según Ousmane Ndiaye, director de meteorología en la Agencia nacional de aviación civil y de meteorología, "las lluvias fueron excepcionales" en términos de intensidad diaria y de duración.
- 3.000 familias afectadas -
En agosto, el repentino aumento del volumen del agua se llevó unas 7.000 toneladas de sal que ya habían sido extraídas, lo que representó una pérdida financiera de unos 235.000 dólares, asegura Maguette Ndiour.
En la región, 3.000 familias dependen de la sal, pero extraerla se ha vuelto más difícil debido a la profundidad del lago, que ya no permite a los trabajadores sacarla con la ayuda de cubetas. Además, la mayoría de ellos no sabe nadar.
Las abundantes lluvias también disminuyeron la salinidad del lago. Una mala noticia para el turismo, porque "con menos sal, el lago perderá su color rosa", provocado por el sol y por la presencia de un microorganismo que desarrolla un pigmento rojo para resistir la concentración de sal, afirma Mbaye.
En el pueblo, situado a unos metros del lago, Maimouna Fedior, madre de cuatro hijos, perdió gran parte de su mercancía en las inundaciones. En su tienda había pinturas, máscaras y pequeños objetos de madera.
"Solo conocemos el turismo", explica a la AFP. "Hace 30 años que estoy aquí. Pago la escuela de mis hijos con eso, los alimento con eso", lamenta.
Fedior tuvo que encontrar otro espacio y espera que el Estado le ayude con una compensación.
- Contaminación -
Para Ousmane Ndiaye, "la intensidad de las lluvias es consistente con las conclusiones del último informe del IPCC [el Panel Intergubernamental del Cambio Climático] (...) sobre el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos".
Además de la disminución de sus ingresos, los habitantes del lago temen la contaminación de las aguas.
Según Mamadou Alpha Sidibe, director de prevención y gestión de las inundaciones en el Ministerio del Agua, fueron las abundantes lluvias las que provocaron las inundaciones de este año, pero estas se agravaron por la creciente urbanización iniciada en los años 2000.
Esta urbanización acarreó la "artificialización de los suelos", subraya Sidibe.
Actualmente, la tierra es totalmente o parcialmente impermeable y en caso de fuertes lluvias, el agua fluye por las ciudades hasta desembocar en el lago.
"Esta agua atravesó nuestra calles, callejuelas, gasolineras (...) Todo se mezcló antes de entrar en el lago, que está asfixiándose", se indigna Ibrahima Jalil Mbaye.
A inicios de octubre, durante una visita al lago del ministro de Medioambiente, Alioune Ndoye, se extrayeron unas muestras de agua para analizar su calidad. Pero aún no se publicaron los resultados.
(L.Garnier--LPdF)