Le Pays De France - Yampil, en el este de Ucrania, aguanta a la espera de otra ofensiva rusa

Paris -
Yampil, en el este de Ucrania, aguanta a la espera de otra ofensiva rusa
Yampil, en el este de Ucrania, aguanta a la espera de otra ofensiva rusa / Foto: © AFP

Yampil, en el este de Ucrania, aguanta a la espera de otra ofensiva rusa

Victoria Shypko vive en la localidad de Yampil, en el este de Ucrania. En su comedor hay un reloj de pared cuyas manecillas avanzan en sentido contrario. Fuera de su casa el fuego de artillería le recuerda la batalla que libran los ucranianos contra las fuerzas rusas.

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"¿Cuál es la diferencia?", dijo en ruso a medida que las horas, los minutos y los segundos retroceden en lugar de avanzar.

Fuera de su casa, se escucha el sonido de la artillería de las fuerzas ucranianas que resuena en el valle congelado, un recordatorio constante de la batalla que se libra para controlar las posiciones circundantes.

En abril del año pasado, las fuerzas rusas conquistaron Yampil. Los ucranianos lograron recuperar la localidad en septiembre.

Ahora, sus habitantes temen una nueva ofensiva rusa desde las colinas del este, a medida que se acerca la primavera boreal.

Shypko, sin embargo, no parece muy implicada.

"Si ellos (los rusos) no disparan. Para mí es la misma cosa", explicó a la AFP esta exenfermera psiquiátrica de 52 años.

- Aislados -

Los avances y retrocesos de los militares en la disputada región del Donbás, en el este de Ucrania, complican la vida para los habitantes de Yampil, que está a unos 30 kilómetros de la localidad de Kreminna, controlada por Rusia.

La guerra ha dejado sus marcas por toda la aldea, que antes del conflicto llegó a tener 2.000 habitantes.

En la calle principal yace en el suelo una antena de telefonía, por lo que los habitantes están aislados del resto del mundo, sin señal.

Los bombardeos han destruidos tejados, paredes y han hecho estallar las ventanas. Hace meses que no hay electricidad.

Las tropas ucranianas arreglan los vehículos que hay fuera de una casa vacía que todavía está en pie. Sus habitantes huyeron.

Shypko se mudó a Yampil en 2014 cuando las fuerzas ucranianas recuperaron la localidad a las fuerzas separatistas prorrusas, por lo que no quiere huir.

No tiene dónde ir y tampoco tiene dinero.

Además tiene miedo. "Si me fuera (...) la gente que llevaría todo. Los militares tomarían mi casa", contó.

- Provisiones -

El vecino de Shypko, Ramis, de 42 años, llega atravesando la nieve empujando un viejo "sidecar" de una motocicleta cargada con cajas de comida donada.

Su esposa Zita, de 38 años, y su hija de 15 años se están quedando con su vecina después de que su vivienda fuera destruida por un bombardeo.

Fuera de la casa, hay leños recogidos con cuidado de un bosque infestado de minas junto a gallinas que cacarean detrás de una reja metálica.

Dentro hay manzanas, limones, repollo y pan en cajas cerca de la estufa que mantiene la casa caliente, a falta de un generador.

En el comedor, hay cuatro platos servidos sobre un mantel con motivos florales alrededor de un cuenco de ensalada de atún, lechuga, maíz y mayonesa.

Un canario canta en una jaula y el perro de Shypko ladra para pedir comida.

En su cama, un gato duerme sobre un colcha, bajo estanterías con peluches y al lado de un armario donde hay pastillas para la presión.

"Parece que lo tuviéramos todo", se lamentó Shypko. "Pero, no tenemos felicidad".

- Resignación -

Zarichne está a un corto trayecto en coche de otra ciudad en disputa, la localidad de Limán. El camino está inquietantemente desierto.

Un soldado ucraniano que se identificó como Sergiy Solomon, de 31 años, también contempla la posibilidad de una ofensiva rusa.

"Los rusos tienen tanques, vehículos blindados y Grads (cohetes), todo lo que uno pueda pensar", relató este hombre que antes trabaja como obrero de la construcción.

"Tenemos equipamiento, pero no muchas municiones", dijo.

El soldado relató que leyó que hay planeado un ataque desde Limán para conmemorar el primer año desde la invasión rusa, que comenzó el 24 de febrero.

"Hubo rumores de un ataque desde Bielorrusia, pero no es información confirmada", contó.

"Quizás simplemente quieren que movamos nuestro ejército para allá", planteó.

En Yampil, Shypko se mantiene ocupada con cosas domésticas y tejiendo, mirando la hora hasta que a las 04H30 se instala la oscuridad.

Después de todo, lo único que puede hacer es esperar, resignada a lo que le depare el destino.

"Lo que tenga que ser, será", dijo.

(A.Monet--LPdF)