El equilibrismo diplomático del Vaticano ante la guerra en Ucrania
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, el Vaticano mantiene un delicado equilibrio diplomático con la esperanza de mediar entre las partes: continuar el diálogo con la Iglesia ortodoxa rusa sin que parezca una traición a los millones de católicos ucranianos.
"Disposición" a ayudar en las negociaciones, visita inédita del pontífice a la embajada de Rusia, conversaciones telefónicas... La Santa Sede no ha escatimado esfuerzos para lograr un alto el fuego, desde la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero.
Sin embargo, esa capacidad del Vaticano de servir como árbitro, por lo que en el pasado ha obtenido importantes resultados, como en el caso de la disputa territorial entre Argentina y Chile en 1984 o en el deshielo entre Cuba y Estados Unidos en 2014, parece resultar menos eficaz en este caso.
Pese a que el papa ha evitado condenar públicamente a Rusia como agresor, "es inevitable que lo consideren a la vez juez y parte", sostiene a la AFP Bernard Lecomte, especialista en asuntos del Vaticano y Europa del Este, tras recordar que hay "entre cinco a seis millones de católicos" de rito bizantino en Ucrania.
Por ello, el Vaticano se ve obligado a jugar la difícil posición de equilibrista. Si bien condena moralmente la guerra, ahorra reproches a Rusia y a la Iglesia ortodoxa liderada por el patriarca Kirill, un estrecho aliado del presidente Vladimir Putin y pilar de su sistema.
Desde hace varios años, la Santa Sede está empeñada en acercarse a la Iglesia ortodoxa rusa, una política que en 2016 dio como resultado el encuentro histórico entre el papa y Kirill, el primero desde el cisma del año 1054 entre cristianos de Oriente y de Occidente.
En diciembre, Francisco inclusive habló de la posibilidad "no muy lejana" de un nuevo encuentro con su "hermano", lo que ahora parece inviable.
- Punto de inflexión -
La posición moderada del Vaticano ya le había costado críticas de algunos observadores, que la consideraban demasiado tolerante. Pero ahora todavía se entiende menos, debido a que el alto prelado ruso justificó la operación militar, interpretándola como un enfrentamiento contra las "fuerzas del mal" que "luchan contra la unidad" histórica entre Rusia y Ucrania.
Esas declaraciones obligaron a Francisco, que hasta ese momento se había limitado a multiplicar los llamamientos a la paz, a salir de su reserva, aludiendo indirectamente a Rusia.
Fustigó "el ataque armado inaceptable" y la "masacre de inocentes", mencionó el personaje bíblico de Caín, que mató a su hermano Abel, y deploró el "perverso abuso de poder".
Esas declaraciones "comprometen ulteriormente su imparcialidad", considera el historiador noruego Stein Tønnesson, miembro del Peace Research Institute de Oslo.
Este especialista expresó, sin embargo, su "pesimismo" ante la posibilidad de que el Vaticano desempeñe un papel de mediador.
"Es un verdadero punto de inflexión. Esto obliga a la diplomacia vaticana a salir de sus trincheras de la 'Realpolitik'", analiza Constance Colonna-Cesari, autora del libro "En los secretos de la diplomacia vaticana".
Por su parte, el propio Kirill se ve en apuros por las protestas de una parte de su clero en Ucrania, que exige romper todo vínculo con el patriarcado de Moscú.
- "Pequeña posibilidad" -
Junto a los esfuerzos diplomáticos, el Vaticano es muy activo desde el punto de vista humanitario y a través de sus redes ayuda a los refugiados y envió a dos cardenales a Ucrania y sus fronteras.
Pero Francisco insiste en dejar una puerta abierta: la del diálogo religioso.
El miércoles, durante una videollamada entre el papa y Kirill, Francisco le dijo que la Iglesia "debe evitar el lenguaje político" y pidió "unir esfuerzos para ayudar a la paz".
"El ecumenismo es el corolario de la acción diplomática y viceversa", explicó a la AFP Constance Colonna-Cesari, recordando "el peso del patriarcado ortodoxo en el poder ruso".
"No se trata sólo de un cálculo. Francisco siente un profundo sentimiento a favor del diálogo interreligioso".
El papa argentino invitó el viernes a los obispos de todo el mundo a participar en una ceremonia el 25 de marzo por Rusia y Ucrania en la Basílica de San Pedro.
"Mientras permanezcamos a nivel espiritual, habrá una pequeña posibilidad de diálogo. La historia nos enseña que esos canales, en un momento dado, pueden ser muy valiosos", subrayó.
(V.Blanchet--LPdF)