Las fuerzas kurdas persiguen a yihadistas tras el ataque a una prisión en Siria
Las fuerzas kurdas seguían rastreando el jueves en busca de yihadistas en los alrededores de una gran prisión en el noreste de Siria, recuperada la víspera tras un sangriento ataque del grupo Estado Islámico (EI) que dejó más de 200 muertos.
Las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), dominadas por los kurdos, anunciaron el miércoles que habían retomado completamente el control de la prisión de Ghwayran, poniendo fin a seis días de combates en lo que fue el peor ataque yihadista en Siria en tres años.
Pero el día siguiente, las operaciones de rastreo permitieron encontrar entre 60 y 90 yihadistas que seguían atrincherados en una ala de la prisión, según las FDS, que precisan que unos 3.500 miembros del EI se habían rendido.
El 20 de enero, el EI atacó la prisión de Ghwayran, ubicada en Hassake y donde estaban detenidos miles de yihadistas, en lo que fue la mayor ofensiva del EI desde su derrota militar en Siria en 2019 frente a las fuerzas kurdas.
La administración autónoma kurda controla amplias regiones del norte y del noreste de Siria.
Los enfrentamientos provocaron la huida bajo temperaturas gélidas de unas 45.000 personas que vivían cerca de la cárcel, según la ONU. Muchos de ellos se refugiaron en mezquitas o salas de boda en Hassake, donde rige un toque de queda desde hace cuatro días.
Las fuerzas kurdas, respaldadas por la coalición antiyihadista dirigida por Estados Unidos, bloquean todas las entradas para evitar que los yihadistas huyan a otras regiones.
El jueves, varias familias se reunieron en un puesto de control en la entrada del barrio de Ghwayran para pedir a las fuerzas de seguridad que les dejaran pasar, según un corresponsal de la AFP.
"Vinimos a ver nuestra casa, pero nos hicieron volver porque la situación no es segura", declaró Abu Hamza en el frío, acompañado de sus cinco hijos.
- Sin poder salir -
Muy cerca, dos mujeres con bolsas de plástico llenas de pan esperaban también poder acceder al barrio de Ghwayran donde, según ellas, hay algunos civiles sin poder salir.
"Las personas se quedaron sin pan, sin agua, sin nada", dijo una de las mujeres a la AFP. "Hemos venido y hemos arriesgado nuestras vidas para comprar pan para el barrio y vamos a distribuirlo", añadió.
Al menos 156 yihadistas, 55 combatientes kurdos y siete civiles han muerto durante los enfrentamientos en Hassake desde el inicio del ataque, cifra el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
La prisión albergaba al menos 3.500 yihadistas -entre ellos cerca de 700 menores- cuando el EI lanzó su asalto con camiones bombas y armamento pesado.
Tanto la ONU como otras organizaciones de defensa de derechos humanos alertaron sobre la presencia de cientos de menores en la cárcel, una antigua escuela reconvertida en centro de detención.
"La recuperación de la cárcel por las fuerzas dirigidas por los kurdos pone fin a esta etapa mortal, pero la crisis que implica estos prisioneros está lejos de haberse resuelto", subrayó el miércoles la ONG Human Rights Watch.
Los prisioneros que se rindieron fueron trasladados a centros de detención más seguros, indicaron las FDS.
Las fuerzas kurdas reclaman desde hace años la repatriación de los cerca de 12.000 yihadistas de más de 50 nacionalidades recluidos en prisiones bajo su control.
Pero la mayoría de los países occidentales rechazan repatriarlos o lo hacen a cuentagotas.
Algunos expertos ven en el asalto de los yihadistas un elemento central del resurgimiento del EI, replegado en el desierto sirio tras su derrota en ese país y en Egipto en 2017.
La guerra en Siria dejó unos 500.000 muertos desde 2011.
(Y.Rousseau--LPdF)