La abstención, un elemento clave en las presidenciales de Irán
El resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Irán dependerá de la movilización de los seguidores del candidato reformista Masud Pezeshkian, que se opone al ultraconservador Said Jalili, según los expertos.
"Jalili y Pezeshkian codo a codo", tituló el domingo el diario gubernamental Iran, resumiendo la incertidumbre ante la segunda vuelta prevista para el 5 de julio.
El diputado reformista Pezeshkian volvió en campaña este domingo, tras obtener un 42,5% de los votos en la primera ronda de los comicios, convocados tras la muerte del presidente Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero en mayo.
El candidato opositor, Said Jalili, que participó en las negociaciones internacionales sobre el programa nuclear iraní, obtuvo por su parte un 38,6% de los sufragios.
El ultraconservador, que se considera cercano al guía supremo, el ayatolá Ali Jamenei, recibió el respaldo de los otros candidatos conservadores, entre ellos Mohamad Bagher Ghalibaf, presidente del Parlamento, que quedó en tercera posición con un 13,8% de los votos.
Más allá de las lógicas políticas, el resultado de la segunda vuelta dependerá de la capacidad que tienen los bandos --reformistas y conservadores-- para convencer a los abstencionistas a acudir a las urnas.
Apenas un 39,92% de los 61 millones de electores participó en la primera vuelta el viernes, la participación más baja desde la revolución islámica de 1979.
Esta cifra "muestra claramente que las bases tanto de los reformistas como de los conservadores se han reducido considerablemente", señaló Ali Vaez, del International Crisis Group.
- "El factor miedo" -
La fuerte abstención es un golpe "a los dirigentes", continuó Vaez.
El ayatolá Jamenei había instado el viernes a los iraníes a votar, al igual que las principales figuras reformistas y moderadas.
En ese contexto de desconfianza, los seguidores de Pezeshkian esperan una movilización importante de los que quieren "cambios fundamentales", señaló el comentarista político Mohammad Reza Manafi.
Para él, los electores del diputado de 69 años son realistas. "No esperan milagros ni mejoras rápidas, pero confían en que poco a poco podrá evitar que la situación empeore".
"No se puede pasar por alto el factor miedo vinculado a Said Jalili", argumentó Ali Vaez. "Algunos de los que no votaron podrían hacerlo en la segunda vuelta, no porque esperen lo mejor, sino porque temen lo peor", dijo.
Los problemas económicos y sociales, vinculados entre otros a una fuerte inflación, forman parte de las mayores preocupaciones de los electores.
Los iraníes ven también con inquietud la participación de su país en crisis internacionales como la guerra en Gaza o el temor a una conflagración del conflicto en Líbano.
Jalili, en cambio, atrae a los que defienden una línea dura ante las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza.
El candidato ultraconservador es uno de los representantes del consejo supremo de seguridad nacional, la mayor instancia de seguridad del país.
Para el periódico reformista Etemad, la segunda vuelta representa "la competencia final entre seguidores y opositores al acuerdo" nuclear firmado en 2015 entre Teherán y las grandes potencias. Washington abandonó el pacto en 2018, bajo la presidencia de Donald Trump.
El experto político Mohammad Marandi cree sin embargo que Jalili "quizá no sea tan radical como lo describen sus oponentes".
Sea cual sea el presidente, Irán "seguirá desarrollando relaciones sólidas con los países del sur, y examinará lo que se puede hacer en el tema nuclear", reflexiona.
Sin embargo, es seguro que "Jalili abordará esta cuestión con más escepticismo" que Pezeshkian, partidario del diálogo con Washington, según Marandi.
El presidente de Irán tiene poderes limitados y es el responsable de aplicar, al frente del gobierno, las principales líneas políticas marcadas por Jamenei.
(Y.Rousseau--LPdF)