Los dilemas morales de los fieles en una iglesia ucraniana del frente
Los ecos del fuego de artillería le provocaron un dilema al diácono Sergiy, que dirige las oraciones en el sótano iluminado por velas de una iglesia dañada por la guerra en Lysychansk, en el este de Ucrania.
El estruendo procedía de un cañón de artillería ucraniano, situado a unas decenas de metros de la capilla en la maltrecha y casi desierta ciudad industrial.
Unos minutos después, las fuerzas rusas respondieron con más disparos. Moscú trata de controlar Lysychansk y la ciudad vecina de Severodonetsk, separados por un río.
Entre este intercambio de tiros está Sergiy, que responde al patriarcado de Moscú, una de las ramas que componen la Iglesia Ortodoxa de Ucrania.
"Soy ruso. Pero nací en Ucrania y le deseo lo mejor. Así que no me gusta nada de esto", dijo el diácono refiriéndose a los disparos de proyectiles que dañaron la cúpula de su iglesia en las primeras semanas de los combates.
Desde entonces, los servicios de oración tienen lugar bajo tierra.
Una decena de mineros del carbón y agricultores se reúnen en un sótano húmedo para rezar. Durante la época soviética, el lugar servía de almacén.
Todo el edificio lleva semanas sin electricidad ni agua corriente, como en el resto de la ciudad.
"Los soldados acamparon aquí al comienzo de la guerra y empezaron a disparar", dijo el diácono. "No puedo aprobarlo. Pero tampoco puedo tomar partido".
- Rezar por un bando -
La invasión rusa ha llevado la guerra a las ciudades ucranianas y ha creado dilemas morales a los soldados que intentan defender su país contra un ejército más grande y poderoso.
Para intentar frenar el avance ruso, las tropas ucranianas se han visto obligadas a posicionar piezas de artillería y sistemas de cohetes en barrios residenciales, creando situaciones peligrosas para los lugareños y alimentando el rechazo a los soldados.
El sistema de artillería colocado frente a la iglesia del diácono Sergiy disparaba desde una colina hacia el norte, donde se libraban las batallas alrededor de Severodonetsk.
"La gente no debería disparar al lado de una iglesia. Es horrible", dijo el mecánico local Myjailo Paliy durante la oración.
Pero el hombre, de 49 años, también amonestó al Patriarca Kirill -- el jefe del patriarcado de Moscú que dirige la iglesia de Lysychansk -- por bendecir a los generales rusos que dirigen la guerra.
"El patriarca debería de rezar para todos y no solo por un bando", dijo Paliy.
- Falta de confianza -
Los soldados ucranianos admiten el desafío de ganarse la confianza de la población en una región donde la influencia rusa se remonta a la época zarista.
La iglesia del diácono Sergiy se construyó cuando la zona aún era parte del imperio ruso en los años 1880.
El templo se encuentra a unas cuadras de una panadería bien abastecida, que lleva tres meses enarbolando la bandera roja y negra que denota la lealtad del propietario al ejército ucraniano.
Oleg Bogdanov acaba de evadir el intercambio de tiros para suministrar harina y agua a la panadería desde la ciudad de Dnipró, en el centro del país.
"La administración militar de la ciudad me pide que les ayude porque tengo buenos contactos", dijo el hombre, de 48 años.
"Apoyo su causa. Apoyo a los propietarios. Alguien tiene que ayudarles a ayudar a esta gente", agregó.
- "Una vergüenza" -
Bogdanov parece convencido de que el ejército ucraniano podrá frustrar los intentos rusos de rodear ambas ciudades.
"Será difícil que nos rodean. Creanme, manejo por la zona y veo cosas", dijo, justo antes de la destrucción del principal puente que conecta a las dos ciudades.
La pérdida del puente aísla por una parte las tropas ucranianas que siguen defendiendo a Severodonetsk y por otra, complica los esfuerzos rusos en Lysychansk.
Sin embargo, muchos en la región parecen estar demasiado agotados mentalmente como para preocuparse de quién avanza en cada frente.
"Esta guerra es una vergüenza para nuestro pueblo, para Ucrania y Rusia. Tendríamos que avergonzarnos ante el mundo entero", dijo el minero jubilado Sergiy Davydchenko tras el rezo.
"Siento que Dios debe estar por encima de todo lo demás, incluyendo la guerra", concluyó.
(C.Fontaine--LPdF)