Los españoles, todavía cautelosos en el primer día sin mascarillas en interiores
"Ahora ya nos podemos ver la sonrisa otra vez, las expresiones, podemos hablar con más naturalidad, y ya te sientes más libre", celebra Mónica García, de 42 años, mientras sale de una tienda de ropa de una gran avenida comercial del centro de Madrid.
Desde este miércoles, los españoles ya pueden entrar sin mascarilla a espacios interiores, como centros comerciales y otros establecimientos, excepto a los medios de transporte, hospitales y residencias de la tercera edad.
La mejora de la situación sanitaria ha permitido que caiga finalmente esta restricción que estaba en vigor desde el 20 de mayo de 2020 y que aún se mantenía vigente en España, uno de los pocos países que no la había retirado.
García, sin embargo, mantuvo el tapabocas en la tienda, como lo hizo la mayoría de gente que paseaba por los comercios del centro de la capital.
"Sabía que te la podías quitar dentro, pero como no estaba segura, me la dejé puesta, y, por la costumbre también", reconoce esta profesora de inglés, que afirma que la seguirá llevando en el interior "si hay mucha gente, sobre todo mayor".
Pero también hay como Lucia Ginard, de 19 años, quien no quiso esperar más para disfrutar del fin de la norma.
"Tenemos que acostumbrarnos [a la pandemia], si no no va a acabar nunca", afirma esta universitaria de 19 años de Mallorca, que está en Madrid de vacaciones.
Pese al fin de la imposición, la presión social tardará en desaparecer. "Antes, en un par de tiendas pensaba que no podía entrar sin mascarilla (...) porque todos la llevaban", cuenta esta estudiante de Derecho admitiendo que le daba "un poco de vergüenza" quitársela en entornos donde todo el mundo la lleva.
Según una encuesta publicada este miércoles por el diario El País, realizada los dos días anteriores sobre una muestra de 500 personas, casi la mitad de españoles (48,5%) se siente "poco o nada seguro" ante el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en interiores, mientras que más del 54% estima que se trata de una medida prematura.
- Decisión de las empresas -
En la zona de oficinas de Cuatro Torres, la mayoría de empleados salía del metro con tapabocas y tampoco se lo retiraban para entrar en los grandes edificios de despachos que dan nombre a esta zona del norte de Madrid.
"Todavía tenemos que llevarla en los espacios comunes y estamos esperando a que nos digan oficialmente si podremos movernos sin ella", explica Judith Durfeld, una alemana de 37 años que trabaja en una empresa de transporte.
La norma es todavía difusa en el ambiente laboral, ya que el decreto adoptado el martes por el gobierno de izquierdas de Pedro Sánchez, y publicado este miércoles por el Boletín Oficial del Estado, le da libertad a las empresas para mantener la obligatoriedad del tapabocas en sus instalaciones, si así lo estima necesario por razones sanitarias.
Al contrario de lo que ha ocurrido en otros países, la imposición de las mascarillas nunca ha despertado una gran resistencia en el país, tampoco cuando era imperativo llevarlas al aire libre.
"Me gusta el hecho de que en España, esta medida no se ha tomado bajo presión pública", explica esta trabajadora sobre el fin de la obligación. "No creo que la gente lo estuviera exigiendo realmente", agrega.
La imposición de llevar mascarilla siempre ha sido muy respetada en España, que fue uno de los pocos países que decidió recuperar su uso en exteriores justo antes de Navidad, frente al avance de la muy contagiosa variante ómicron. Pese a que la imposición se levantó a comienzos de febrero, mucha gente la sigue llevando por la calle todavía hoy.
Sin embargo, antes de entrar en las oficinas donde trabaja, Maximilian Areinamo, un empleado de márketing de 34 años, no esconde su alivio. Para él, el fin de las mascarillas en interiores "simboliza un poco el inicio del fin de la pandemia".
(A.Monet--LPdF)