Nuevos productores africanos se niegan a renunciar a su petróleo y su gas
¿Amenaza u oportunidad? Situada en el océano Atlántico, a unos diez kilómetros frente a la costa de Saint Louis, en la frontera entre Senegal y Mauritania, la terminal de gas casi no se distingue en la niebla de esta mañana de octubre.
Una canoa de pescadores se desliza sobre la arena húmeda después de una noche en el mar. "No hay muchos peces", explica El Hadji Gaye, que mira asombrado las recientes instalaciones que modificaron su horizonte, que él creía inmutable.
Senegal, al igual que la República Democrática del Congo (RDC), descubrió recientemente recursos petrolíferos y de gas y, gracias a ellos, mantiene la esperanza de riqueza e industrialización.
No quieren renunciar a ello bajo ninguna circunstancia, a pesar de la presión de los países occidentales y de que éstos hayan dejado de financiar proyectos de explotación de energías fósiles en el extranjero en nombre de la lucha contra el calentamiento climático.
El presidente senegalés, Macky Sall, denuncia "una injusticia" y despliega una diplomacia activa para justificar el inicio de la explotación a partir de 2023.
"No siendo los mayores contaminadores ya que no son industrializados, sería injusto en la búsqueda de soluciones (al cambio climático) que se quiera prohibir a África utilizar los recursos naturales que están en su subsuelo", afirmó en mayo, durante la visita del canciller alemán Olaf Scholz.
El mensaje podría ahora ser más escuchado por los países europeos que, golpeados por la crisis energética, tratan de diversificar sus suministros desde la invasión de Ucrania por Rusia.
- Urgencia climática -
Sin embargo, la situación es "urgente", recuerda Aliou Ba, responsable de la campaña Océano de Greenpeace África.
El objetivo de contener el calentamiento global a +1,5 ºC en comparación con la era preindustrial ya parece inalcanzable, el daño irreversible, y la explotación de estos recursos emisores de gases de efecto invernadero "agravará aún más la situación", explica.
Para François Gemenne, uno de los expertos del panel de la ONU sobre cambio climático (IPCC), "es muy difícil cuando uno es pobre renunciar a un tesoro, por lo que hay que proponer algo más interesante".
"Lo importante es que estos países puedan optar por una economía sin emisiones de carbono", comenta. "Y esto pasa por la transferencia de tecnología y la inversión en energías renovables, aún muy insuficientes", agrega.
La oferta de "alternativas tecnológicas y financieras consecuentes" para la transición ecológica estuvo en el centro de los discursos de las autoridades congoleñas durante una reunión a principios de octubre en Kinshasa, antes de la COP27 en Egipto.
Pero el gobierno de este inmenso país de África central, en el corazón de la selva tropical, defiende también su derecho a explotar su petróleo y su gas, a pesar de las críticas de las organizaciones ecologistas que advierten contra los efectos contaminantes.
El primer ministro congoleño, Jean Michel Sama Lukonde, recuerda que algunos países europeos "regresaron al uso de fuentes de energía contaminantes que habían prohibido previamente", como el carbón.
Es necesario evitar "caer en la arbitrariedad, con algunos Estados libres de continuar, incluso aumentar sus emisiones, y otros impedidos de explotar sus recursos naturales", advierte.
"Paradójicamente, es el dinero del petróleo visto como dinero sucio lo que nos permitirá tener suficientes medios, recuperar nuestra soberanía medioambiental y reducir nuestras emisiones procedentes de la deforestación", afirma Tosi Mpanu Mpanu, negociador de la RDC en las conferencias sobre el clima de la ONU.
- Electrificación -
En Senegal, los campos petrolíferos y gasistas representan, respectivamente, solo 0,07% y 0,5% de las reservas mundiales, pero "son lo suficientemente importantes a escala de nuestro país como para cambiar radicalmente su economía, su tejido industrial y, por tanto, sus perspectivas de futuro", subraya la ministra de Petróleo, Sophie Gladima.
"El simple hecho de explotar nuestros hidrocarburos nos permitirá no sólo acelerar el acceso universal a la electricidad, sino también, y sobre todo, reducir el coste de los factores de producción para favorecer la industrialización del país", asegura.
También menciona las oportunidades de creación de empleo. El Instituto Nacional del Petróleo y el Gas (INPG) se creó para formar a los jóvenes en la competencia técnica necesaria.
Pero los pescadores de Saint Louis se sienten excluidos de este futuro impuesto por el Estado senegalés.
A medida que se acercan las operaciones, las autoridades incrementan su control sobre la futura plataforma de gas. Se estableció un perímetro de seguridad y un barco patrulla para detener a cualquier persona que desee cruzar una barrera invisible.
"Este era el lugar donde más peces había", afirma El Hadji Gaye. "Ahora estamos atrapados porque no podemos acceder a él, ni ir más al norte, en aguas mauritanas", explica este pescador de 39 años, envuelto en un chaleco salvavidas.
Detrás de él, una quincena de sus camaradas empujan su embarcación multicolor por la playa.
"Yo sólo sé pescar. Mis padres eran pescadores. Mis abuelos también. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué van a hacer mis hijos?", se pregunta El Hadji.
(A.Monet--LPdF)